domingo, 20 de abril de 2014

Quince minutos

Querido desconocido que estás al otro lado de mis ojos. Gracias por estar ahí, por sorprenderme y aparecer en los momentos menos pensados, gracias por hacerme olvidar que el mundo está lleno de pequeños rotos, por recordarme que la bondad sigue existiendo.

Tal vez no tengas un trabajo bien remunerado, que tengas que trabajar cuando los demás están divirtiéndose o durmiendo, que te encargues de limpiar la basura de aquellos que deciden  ensuciar nuestra vida, y que estés a miles de kilómetros de tu familia. Tal vez anoche pensé por un momento que fueras un sueño intempestivo durante el crepúsculo, pero me hiciste despertar y ver que eras real. Te acercaste a mí con sigilo y con una sonrisa como forma de presentación me preguntaste por cómo me encontraba, si estaba muy cansada, si era feliz, si venía de trabajar...

No está muy de moda en la capital española hablar con el compañero de asiento del bus al que solo terminas conociendo de reojo, a aquel que ves reflejado en los cristales del metro, o a aquel que sale corriendo mirando la pantalla de su smartphone. Eso de hablar con los trabajadores de la limpieza debe de formar parte del siglo pasado. Pero tuviste el atrevimiento de hacerlo y de conseguir transformar una fría estación de autobuses en un sitio algo más cálido y confortable. Porque además me dejaste refugiarme del frio cuando pudiste haber elegido la opción de cerrar las puertas automáticas hasta el día siguiente.

A ti, limpiador del intercambiador de Pza.Castilla
que ayer a las 3 de la madrugada conseguiste iluminar algo la noche, van dirigidas estas palabras.

3 comentarios:

  1. Y yo que últimamente estoy descubriendo el lado malo de la humanidad... Si es que solo me fijo en la gente mala que hay por ahí. jaja

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    1. Sí, no te creas que no me acordé de tu encontronazo en el metro con la señora antipática.

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  2. Cuando Dolores, la portera, aunque su ficha profesional diga - auxiliar de limpieza - de donde vivo, me saludó la primera vez que me vio llegar (Apenas llevo tres años viviendo aquí) le respondí con otro saludo.
    Al principio no reparé en ello, pero con el paso del tiempo, con cada uno de sus días, supe su significado, porque me dio muchísimo, de toda la torre solo de ella recibo un buenos días, un hola, un cómo estás? y así hasta completar el tiempo sin medida que cada mañana nos genera la comunicación. Y como ella dice, palabras nítidas, no sonidos inentendibles mas bien dichos con prisas o meros compromisos, "al fin y al cabo es la portera".
    La historia parece simple o no da mas de sí para quien la escuche, pero personas como tu limpiador, como ella, como cada un@ de los que como ellos, sus distintos trabajo, sienten la lejanía de la gente a pesar de tenerlas cerca a diario, son seres a veces hasta mágicos, que hacen de un saludo, de una pregunta, esa varita mágica con la que nos rescatan del pozo de silencio en que nuestros pensamientos o problemas nos atrapan.
    Puedes ir en un vagón abarrotado de gente, en un autobús o por una solitaria acera, en estos tiempos la inseguridad, la desconfianza, el temor o prepotencia de clases malentendida crea círculos que parecen imanes repeliéndose y la lógica nos lleva a actuar así, y no podemos escapar al ritmo de esta sociedad. Pero este monolito tiene grietas, por fortuna tiene grietas por las que surge lo inesperado, y ell@s forman parte de esos momentos, nos recuerdan que no estamos solos pero sobre todo que siempre tendrán un hola que regalarnos.

    Tu entrada te honra, te hace mas grande.


    Pd: A ver si domino al tetris! :)

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