jueves, 11 de agosto de 2011

A la sexta y si dios quiere


¿Dónde situamos nuestra elección entre la deshonra y el decoro? Hace unos días estuve viendo “La joven Jane Austen” y hubo algo que me llamó la atención. Tal vez fuera en esa hora y cincuenta minutos cuando más veces en mi vida escuché la palabra decoro, palabra que casi no se utiliza en nuestros días (por no decir que carece de utilización alguna). ¿Acaso eran esas personas tan dignas como mostraban con cada delicado gesto de su comportamiento? Y ahora bien, ¿eran realmente tan decorosos como se mostraban ante la sociedad? ¿Tenemos algo que envidiarles en la actualidad?
Quienes me conocen saben que odio ir al banco, también odio los cientos de llamadas con las que las compañías telefónicas nos agracian a diario promocionando sus grandes ofertas. ¿Por qué? Los ilusionistas vuelven a la carga. ¡Tanto discurso, tanta retórica! El arte del ilusionismo. Y hoy, he vuelto a reafirmar mis ideas. Si esto fuera una historia de miedo, os diría: todo comenzó una oscura tarde de verano cuando el teléfono sonó en medio de un seco silencio. Una voz femenina al otro lado del océano con sus dulces cantos se apresuró a saludar:

- Hola, le llamamos desde Movisvodachungo para comentarle una nueva promoción en su línea ADSL. Le ofrecemos 25Mb al precio que actualmente usted paga.
- ¿Eso significa que es “gratis”?
- Sí, usted no tendrá que pagar más de lo que paga ahora.
- ¿Y eso es durante un año, 6 meses?
- No, no es una oferta temporal...es para siempre.
- Bueno, pues lo pensaré.
- Ok, ¿le viene bien que mañana le llame sobre las 14.00?
- Está bien. Adiós.
- Adiós.
5 días más tarde y tras 4 ocasiones más en las que tuvo lugar esta misma conversación, asegurando que los 25Mb eran al mismo precio…
El técnico apareció por casa para realizar la instalación. Había de poner un cable que atravesaba toda la casa, poner otro aparato, colocar el router y configurarlo. Cuán altruista se había vuelto el mundo en estos tiempos de crisis, ¡tanto trabajo y gratis! Algo sonaba mal. Llamamos a la compañía telefónica para volver a preguntar por quinta vez. La voz femenina transmitía nerviosismo, duda. Veinte segundos más tarde de comenzar esa consulta, dudemos acerca de si nos colgó por gusto/incomodidad o si la llamada terminó porque los satélites tuvieron un desencuentro con el universo. ¡Tras una sexta llamada, descubrimos que había que pagar 20€ más mensualmente! Instalación anulada.
Todo esto nos enseña varias cosas:
a) Que la expresión de ‘a la tercera va la vencida’ es falsa, es una de ¡a la sexta y si dios quiere!
b) He de apuntarme como propósito de año nuevo a clases de economía, arte-de-engañar e informática. Nunca máis me volverá a pasar lo mismo.
c) Los magos sí existen, están escondidos tras los agujeritos del teléfono.
d) Todas las respuestas son correctas.
Parece que hubiéramos perdido el decoro del que en el s.XVIII se presumía…aunque esto no es menos decoroso que casarse sin amor por y para el dinero. Más bien el no-decoro debió de cambiar de forma de actuar, siendo su propósito el mismo: el dinero. En cuanto a los ilusionistas, los del presente estarán escondidos en el teléfono, pero los del pasado están escondidos tras la nube del decoro. Y en todos estos casos, me pregunto si no tienen una vocecilla femenina que les aceche por las noches recordándoles el poco decoro con el que han actuado durante el día. O mejor dicho ¿conocen el decoro?

miércoles, 10 de agosto de 2011

Sin ti


Creo olvidar, pero no lo he hecho, la verdad es que te echo de menos como desde el primer día en que todo terminó, pensé que ya no eras nada, pero no eres más que lo que fuiste, eres solo tú. Me gustaría encontrarte, verte por un instante, un segundo. Podría correr a tu casa, llamarte, pero la cobardía huye. Desearía ser valiente y no solo buscarte por cada esquina con la esperanza de que seas ese chico de la cazadora verde, de esos ojos negro azabache que desplazan su mirada cruzándose con los míos, desearía que tu mirada fuera infinita, que el tiempo se parara en aquella noche, en aquellos minutos esclavos de tus besos. Algo se me ha ido y necesito recuperarlo.

domingo, 7 de agosto de 2011

Día y noche.



Cuando las piezas ennegrecidas del puzle van encontrando su lugar sobre el firmamento es cuando los juguetes recobran el equilibro volviendo a la vida, los hombres lobo aúllan al trasluz de la luna llena y los sueños del enamorado se vuelven más reales. Es la hora en el que las sombras captan la energía que el paseante va soltando con cada uno de sus pasos y tratan de deambular a su libre albedrío metiéndose en la mente del joven sudoroso que intenta hacerse un hueco entre las sábanas de su cama. Al liberarse de su prisionero, la sombra sufre una flagrante metamorfosis que la lanza hasta lo más alto. Sombra tras sombra el cielo se llena de astros resplandecientes que guían al solitario en su búsqueda por encontrar el norte. Sólo los experimentados en la lectura del cielo son los que encuentran la respuesta que perseguían. Los inexpertos se adentran en el vals de sombras de la noche. Una noche donde todo es posible, sombra y claridad, fulgor y matidez, tristeza y alegría, pasión y soledad; donde todo es posible, la imaginación crea obras maestras.